domingo, 11 de agosto de 2019

LA SAGRADA CRUZ FUNDACIONAL Y SU TEMPLETE EN LA PLAZA SAN CLEMENTE DE CORO





“¡Oh cruz fiel!, el más noble de los arboles…”
Misal Diario (1964)



INTRODUCCIÓN

El emblema o símbolo del coriano cristiano, es su cruz fundacional a los que todos llaman “la cruz de san Clemente”, ubicada en pleno centro histórico de la ciudad. Cruz tomado del árbol del cují, según la tradición, allí donde se presenció la primera misa en estas tierras de occidente y donde se bautizó el Cacique Manaure junto con su familia. Desde siempre, la cruz latina de madera con su monumento de mampostería irradia belleza, cultura y religiosidad para todas las personas que la visitan y la contemplan, dejando un ejemplo de historia pero también de conservación y preservación de las obras sagradas de la ciudad de Santa Ana de Coro.

GÉNESIS DE LA CRUZ Y DEL MONUMENTO

La cruz de madera que se exhibe en su custodia de mampostería en la llamada plaza de San Clemente, (antiguo lugar conocido como riberas del rio Coro), hoy denominada “Plaza de Ampíes”, media dicho conjunto escultórico-arquitectónico entre los templos de San Clemente y San Francisco. La cruz es tomada del árbol de cují negro, cuyo nombre científico es: Prosopis Juliflora, típico árbol de la zona o región falconiana (confirmado por el Ing. Forestal Jorge Leal); donde, según la tradición, debajo de sus sombras se celebró la primera misa, (y no como lo plantean en varios portales o blog en internet: la cruz, “…es usada en la primera misa…”).

En la ceremonia estuvieron visitantes españoles, entre ellos, Juan de Ampíes, y la comunidad indígena de los Caquetios, habitantes del lugar; cuya fecha del acto religioso fue el 23 de noviembre de 1528, día de San Clemente (Arcaya, 1977). Es de acotar, que ese mismo espacio se bautizaron cristianamente el cacique Manaure como Martin Manaure y su gran familia. López (1993) afirma que la misa la ofició “el padre Mercedario Antonio Merino que servía de capellán en la expedición de Juan de Ampíes” (p. 463).

Bajo aquel cují en plena ceremonia ritual cívico-religiosa se unieron simbólicamente dos continentes, dos héroes, dos hombres, creando así un nuevo inicio de la historia coriana. Narra el Br. Faustino López, citado por Sánchez (1970) “que a la sombra del frondoso cují el Gran Manaure se reunía con los representantes de su extenso reino en Consejo de Gobierno”, y agrega lo siguiente: “de este árbol aquellos fundadores labraron la cruz que posa ahora colocada en un pequeño monumento…” (p. 226). En la base del monumento aparece en una de las tres placas de mármol donde reza en latín antiguo lo siguiente: Haec crux eadem est quae a Juanne Ampues in hoc loco erecta fuit anno MDXXVII. A lo que se traduce al español: “Esta es la misma cruz que  erigió en este lugar Juan de Ampíes. Año 1527”.
 
En cuanto, el monumento o templete tipo baldaquino donde se exhibe hoy la cruz de madera lo mandó a construir con ladrillo, mampostería y cal, el general Juan Crisóstomo Falcón, de tardía estructura barroca en el año de 1866; (lamentablemente no tenemos los nombres y apellidos del hábil albañil que la edificó, ni el carpintero que labró la cruz). En dicho templete, aún se conserva una segunda placa donde se explica quién fue el que la mandó a erigir dicho monumento en pleno siglo XIX, la misma se lee en latín: A magno Cive Joannie C. Falcón hujus Reipublicae Praesidie in honorem venerabilis redemptionis signi hoc consecratur monumentum. MDCCCLXVI Puede traducirse al español: Un gran ciudadano Juan C. Falcón presidente de esta república, en honor de la venerable redención dedica este monumento. 1866.


DESCRIPCIÓN DE LAS OBRAS DE ARTE

La cruz labrada a mano es de madera de cují, cuyas medidas son, el cuerpo de alto (vertical) 2,30 cm y 1,30 cm (horizontal) de ancho su brazo, sus dos tablones tanto horizontal y vertical son de poco ancho y espesor de 10 cm cada una, unidas o soportadas con un clavo o perno de madera de gran tamaño en medio de las mismas. Se aprecian sus vetas y su trabajo de restauración en los brazos de la cruz.

El templete está pintado de color blanco y ocre, es un trabajo sencillo muy poco decorado con elementos geométricos, su estructura es de forma cuadrada dividida en tres partes, la primera, su cabeza, muestra una cúpula octogonal con cinco pináculos, uno en cada esquina, y el último pináculo en el centro, que remata el conjunto, es diferente y más alto que las demás. El segundo es el cuerpo del templete, presenta cuatro nichos de medio punto en sus cuatro caras, antes de culminar dichos nichos en sus extremos aparecen unas molduras y en el centro un octágono. Y por último, en el pie del monumento, existe un zócalo decorado con rombos horizontales por sus cuatro partes y tres placas. Adentro baldosas cuadradas rojas la cubre y en el centro del mismo sobre un pedestal blanco sujetada con tornillos se exhibe la imponente cruz latina. Las rejas metálicas de hierro fundido decoradas de color verde que cubren los nichos del monumento, son trabajos elaborados a finales de la década de los 60 del siglo pasado. El templete mide de ancho y espesor 3,20 cm y de altura 5,20 cm aproximadamente.

ALGUNOS HECHOS OCURRIDOS

Años han pasado y la cruz con su monumento, se mantiene in situ expuesto bendiciendo a todos quienes la visitan, a pesar de estar en pleno espacio libre recibiendo los rayos del sol, salpicadura de lluvia y los vientos cálidos de la ciudad, la cruz se conserva en buen estado. Pero hay mucho de qué decir de estas obras de valor patrimonial que venera el coriano en plena zona colonial.

-          Después de 27 años de la inauguración del templete en dicha plaza de san Clemente, la junta de la “Sociedad Alegría” en el año de 1893 le pide en un oficio al General Luis Echeverría, siendo este el Jefe Civil, Militar y Presidente del Consejo Municipal del Departamento Coro, para que la plaza llamada san Clemente se cambie su nombre por “Plaza Ampíes”. Dicha petición se cumplió el 26 de marzo de 1893. Para la fecha de hoy el nombre se conserva, sólo que la población coriana la sigue llamando Plaza san Clemente.

-          El presidente provisional del estado Falcón General Pedro Linares, estrenó el himno regional en la Plaza san Clemente de Coro el 23 de mayo de 1905, con motivo de celebrarse en el país la fiesta del árbol. (López, 1993)

-          En el año de 1928 se celebró en la ciudad de Coro el Segundo Congreso mariano venezolano, las autoridades eclesiásticas y civiles de cada estado de Venezuela, junto con el pueblo falconiano, celebraron una misa solemne en la plazoleta de san Clemente, cerca de la Cruz del cují donde se dispuso un lujoso altar para la celebración eucarística, y utilizando como retablo el monumento con su cruz. Con esta actividad litúrgica se da apertura al mencionado  congreso el día 7 de diciembre del mencionado año.

-          En los años cuarenta, estuvo el caso presentado por el Obispo de Coro de aquel entonces, Monseñor Francisco José Iturriza Guillen, quien propuso a la ciudad un majestuoso monumento de 20 metros de ancho por 25 de largo y 22 metros de espesor en el mismo sitio donde está el monumento o templete de Juan Crisóstomo Falcón para eliminar este último. El diseño, fue elaborado por el ingeniero Dr. Tomás Marzal Zárraga, quien planteó en la parte superior una enorme cruz de mármol, debajo de ella una capilla y adentro, un relicario donde se resguardada la cruz fundacional. En el año de 1945, se colocó y bendijo la primera piedra para tal propuesta en presencia de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas y el proyecto no se realizó; (nos suponemos porque ya estaba en vigencia la Ley de Conservación y Protección de antigüedades y obras artísticas de la nación).

-          A pesar de todo ello, el estado regional estaba conscientes de que se destruiría uno de los elementos icónico de la ciudad y de un bien artístico histórico, por el sólo capricho de crear un ostentoso monumento moderno que no tiene valor patrimonial ni identidad coriana. Las mismas autoridades civiles, crea una Junta pro Conservación del Acervo Histórico del Estado en el año de 1954 (Boletín del Centro de Historia del Edo. Falcón, 1954- 1955) y hace miembro de la misma a Mons. Iturriza, quien fue el que pensó y dio paso a tal propuesta de destrucción del monumento, como se explicó arriba de este párrafo.

-          Décadas más tarde se desempolvó la propuesta y se retomó la idea en la Asamblea Nacional Bolivariana celebrada en Coro en el año de 1966; a pesar que el Estado venezolano le otorgó a la Cruz y su monumento, la dignidad de Monumento Histórico Nacional en la Gaceta Oficial No 26 210, del 18 de marzo de 1960. Los miembros de la Sociedad Bolivariana pidiéndole al ejecutivo nacional, por órgano del Ministerio de Relaciones Interiores, decrete la erección del Monumento a la Cruz de San Clemente conforme a los proyectos presentados. Dicha propuesta tampoco se concretó. A pesar de ello, hubo ciudadanos corianos que insistían en cambiar el monumento. Está el caso del artículo tomado del libro de Curiana, de Rafael Sánchez, (1970) donde escribe sobre la cruz y el menosprecio al sencillo templete:
Esta cruz que es conocida con el nombre de Cruz de San Clemente, está pobremente protegida por un templete de dudoso gusto que reclama el ser sustituida por un monumento más acorde con la significación histórica de la reliquia conservada. (p. 32)

-          Otro hecho que se realizó en la plazoleta al frente de la cruz y su monumento, fue el día 13 de julio del año 1997, la iglesia católica falconiana peregrinó en torno a la cruz de san Clemente para celebrar los 500 años de la evangelización con una solemne celebración eucarística y la bendición con el Santísimo Sacramento. La tercera placa que está en la base del monumento explica dicho acontecimiento:

El pueblo santo de Dios que peregrina en Venezuela
unidos a sus pastores renovó la fe en Jesucristo
Mesías y salvador al conmemorar
Los quinientos años de la evangelización
A la sombra de esta santa cruz de san Clemente
Estandarte de la fe cristiana
Coro raíz dela fe 13 de julio de 1997
Año del Señor.

Hoy día se puede observar que la plaza san Clemente es un sitio donde se siguen inspirando los poetas, cantores, pintores y artesanos para elaborar con lujo y detalle el monumento con su cruz. Además, existen los puestos de los policías turísticos quienes están en la plazoleta resguardando estos patrimonios históricos.

SU ESTADO DE CONSERVACIÓN

En el 1985 los representantes de la gerencia de Relaciones Públicas de la empresa LAGOVEN y por intermedio de su refinería de Amuay, fueron los encargados de costear la restauración y consolidación de la cruz de san Clemente en la ciudad de Coro. Dicho trabajo de restauración fue desarrollado por el lic. Fernando Tovar Pantin quien se destacó en implementar en las grietas de la madera de cují unos “tacos” de madera de forma cuadrada y luego asistida toda la madera con un brillo semibrillante para su protección. Se entronizó la cruz nuevamente a su monumento el mismo año donde estuvo presente Mons. Francisco José Iturriza Obispo Emérito de Coro, seminaristas, religiosas y laicos. Según estudio a la obra del citado restaurador, “nos enteramos de que antiguamente la cruz estaba pintaba simbólicamente de verde” (González, 1994, 55)

La cruz y su monumento requieren hoy día un trabajo de conservación por especialistas, ya que se observan en algunas de las paredes del templete que están golpeadas, han perdido su friso y pintura. Por otra parte, en la cruz requiere un proceso de limpieza y remoción del barniz oxidado para una nueva incorporación del mismo. Además, se solicita con urgencia un nuevo tratamiento y protección a la madera ya que las vetas se abrieron dejando unas enormes grietas. Y también se necesita una fumigación a toda la pieza ya que al final del madero vertical en su base se aprecia galerías de comején. Allí se toma literalmente el grito de los versos de Alí Primera, cuando recita en una de sus estrofas de la canción “El Coro triste de mi canción”: 
La canción del paisano
Se quedó en las manos brillantes
De los hombres de arena
Mientras la cruz de san clemente
Muere de comején y pena.

DE MANERA DE CONCLUSIÓN

Rescatemos todos con orgullo, estas joyas de arte coriano que nos identifican como pueblo, como lo son la cruz fundacional y su templete, para que en el año 2018, podamos celebrar sus 491 años de aquella primera misa cantada en tierra coriana, los 152 años de la creación del templete, y los 33 años de su última restauración. Para poder seguir contemplando estas reliquias patrimoniales que fueron y seguirán haciendo protagonistas de nuestra historia coriana.
Dr. Nohé Gonzalo Gilson Reaño
Docente- Investigador UNEFM



BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Arcaya, Pedro (1977) Historia del Estado Falcón. Bibliotecas de autores y temas falconianos. Caracas.
Arcaya, Pedro (1995) Obra inédita y dispersa. UNEFM. Coro.
Boletín del Centro de Historia del Estado Falcón. (1954-1955) Coro.
González, Carlos (1994) Coro donde empieza Venezuela. CAPACO. Caracas.
López, Raúl (1977) Aspectos Históricos más resaltantes de la provincia de Coro.
López, Raúl (1993) Memoria Histórica Falconiana. Talleres tipográficos de Miguel García e hijos. Caracas.
Sánchez, Rafael, (1970) Curiana. Serria. Caracas.

martes, 6 de septiembre de 2016



Las salas expositivas, un ambiente de aprendizaje en los museos.

Las salas como ambiente expositivo nacen en los templos de la Grecia antigua. En el siglo V a.C  ya existía un ala de los santuarios que fungía como galerías de columnas que rodeaba el recinto, donde también se exhibían las ofrendas que los devotos ofrecían religiosamente a sus dioses, expuestos en esculturas, jarrones, pinturas, entre otros

 A pesar de que los templos eran lugares para la oración, también existían espacios donde el público podía disfrutar y contemplar las obras expuestas. Así lo manifiesta Pastor (2004: 26) “las piezas depositadas en los santuarios (Delfos, Olimpia, Éfeso, etc) donde llegaban ofrendas de todo el mundo, se custodiaban como una finalidad religiosa… pero también crear algo semejante a un tesoro público”. Al acumular los valiosos objetos artísticos, los sacerdotes tenían un espacio en los templos para exhibir dichas obras.

 También se dice que en el siglo III a. C. en la edificación llamada “museion” construida por Ptolomeo Filadelfo en el Palacio de Alejandría, existían una gran colección de objetos raros o extraños, tanto animal, vegetal y mineral, que estaban expuestas en salas que no eran espacios abiertos a todo tipo de público, sino, para  algunos privilegiados como los eruditos y cultos.

Por consiguiente, en la Grecia y Roma antigua la aristocracia coleccionaba obras de arte en sus residencias donde decoraban espacios para  exhibirlas con orgullo a los amigos y visitantes. Así también, muchos monarcas coleccionaban objetos preciosos que exponían en los palacios y sitios públicos para ser exhibidos a los ciudadanos como signo de poder.  Incluso, esa actividad de coleccionar y de mostrar las obras de valor artístico se realizaban en la Edad Media donde tenían lugares sagrados (templos y monasterios), como San Marcos en Venecia y Saint –Denis en París, para exponerlas. (Salvat, 1974).

Por otra parte, con el auge de la Ilustración (siglo XVIII) muchos coleccionistas apreciaban el objeto y lo exhibían en sus residencias en un cuarto cerrado para tal fin, donde lo ordenaban y clasificaban de manera culta. Además, en este siglo se crean los museos de carácter científicos para el público donde las salas expositivas eran sistematizadas para la contemplación de los visitantes y para la conservación de las obras artísticas.

Hoy día, se consideran a las salas expositivas espacios donde se resguardan y  preservan las colecciones de arte en los museos, y a su vez, son ambientes pedagógicos, ya que se deben exhibir las obras de forma organizada con una comunicación sistemática e intencional. Con esto se logra los procesos de enseñanza- aprendizaje para la formación individual o colectiva de los visitantes de todas las edades. Este trabajo educativo no se logra sólo, también se incluyen los diversos elementos didácticos y técnicos (paneles, cédulas, textos, iluminación, vitrinas, iluminación, climatización, entre otros) que ayudarían al espectador a sentirse cómodo consigo mismo y con la obra, “que responda a un sentido profundo: vitalizar la comunicación entre la obra y el espectador” (León, 2000: 11).

Por tal razón, si las salas de los museos están bien organizadas con los elementos antes nombrados, los espectadores que las visitan aprenderán de manera directa de los objetos y los contenidos educativos, de allí adquieren destrezas o habilidades prácticas, se nutren de contenidos informativos, y adopta nuevas estrategias para aprender y actuar. Ese tipo de aprendizaje se le considera significativo ya que también incluyen los conocimientos previos, las experiencias, la dimensión afectiva y emotiva de las personas.

Ese trabajo de preparación y presentación es una tarea ardua de estudio y creatividad para la directiva y para los profesionales que trabajan en los museos, es un proyecto de equipo que busca como resultado final una ambientación adecuada para estimular y educar al público, así lo plantea León (2000: 81) cuando expresa que el personal tiene “que estar dotados de inspiración para educar al público, de recursos múltiples para ofrecer un arte al día y capacitados para la comunicación humana que implica el estudio de la cultura”.

Debe señalarse, también, que los espacios de los museos deben ser ambientados para que inviten a los visitantes a entrar gustosamente en un proceso de comunicación inmediato y eficaz con las obras y sus alrededores utilizando el sentido de la vista, y que no sea sólo para un “descanso visual”, sino también, que se obtengan de las salas y de los trabajos técnicos y didácticos una formación artística e histórica de lo contemplado. Como lo señala Velarde en Belcher (1994: 83) “Los museos son lugares de lo que podríamos denominar entretenimiento culto. Son lugares a los que acuden quienes disfrutan con  el  conocimiento”.

Para culminar, el objetivo de los museos en pleno siglo XXI ya no es que el arte espere pasivamente al espectador como en los siglos pasados. Las exposiciones actuales tienen un principio, una parte central y un fin: es un  proceso de acercamiento cognitivo y constructivo a la vez.  “Es el encuentro entre el objeto y objetivo públicos de deseo” (Fernández, 1999: 12). Es por ello, que las salas de los museos son y serán siempre un espacio que educa y entretiene a todo tipo de público de manera significativa.

Dr. Nohé Gonzalo Gilson R. 

Referencias Bibliográficas:

Belcher, Michael. (1994). Organización y Diseño de Exposiciones. Su relación con el museo. Ediciones Trea, S.L. Gijon.
 Fernández, Luis. (1999) Introducción a la Nueva Museología. Alianza Editorial. Madrid.
León, Aurora. (2000). El Museo. Teoría, praxis y utopía. Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S.A.). Madrid.
 Pastor, María (2004) Pedagogía Museística. Nuevas perspectivas y tendencias actuales. Ariel Patrimonio. Barcelona España.
 Salvat (1974) Los museos en el Mundo. Salvat editores, S.A. Barcelona España


SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS…  «UN HURACÁN DE GLORIA»

"Lo que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento
de poder encender en amor de Dios una multitud
de almas que le alabarán eternamente”.
Santa teresita del Niño Jesús

Teresa Martin conocida luego como Santa Teresita del Niño Jesús, nació en la ciudad francesa de Alençon, en el año de 1873. Hija de padres cristianos ejemplares. Ingresa en el Convento de las Carmelitas Descalzas en el Carmelo cuando tenía 15 años de edad (siendo la novicia más joven de la congregación) tras pedírselo al mismo Sumo Pontífice León XIII quien le anima éste con estas palabras: “Entraras si es la voluntad de Dios”, este encuentro se realizó cuando estuvo la joven en una peregrinación a la ciudad del Vaticano en Roma.

Teresita nunca figuró ni resaltó en vida entre sus hermanas de comunidad. Siguió el reglamento de la congregación y la de Dios “haced como niños…” y con esa actitud lo amó y lo adoró. Trabajó espiritualmente para estar con él en la palabra, la oración y en la piedad. Confesando unos días antes de morirse: "Nunca he dado a Dios más que amor, y Él me pagará con amor”. En búsqueda de esa unión carnal y espiritual con su eterno amado escribía en la soledad de su celda, su diario: “Historia de un alma” dejándonos no sólo los recuerdos de la infancia y de la adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus experiencias más íntimas. Se propuso dejar a un lado la modernidad del siglo XIX compenetrándose como una monja  más del convento, sus hermanas veían en ella “una monjita oscura, vulgar, gris, débil de cuerpo y tísica en sus últimos años de su vida” (Melgar, 2002. Los santos del día). Pero todo esto no le impidió dedicarse a misionar 

 «Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».

Murió a las 24 años de edad en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones)

Dr. Nohé Gonzalo Gilson Reaño.