martes, 6 de septiembre de 2016



El docente investigador en la educación

“El que más sabe, más duda”.
Piccolomini.

La ética como rama de la filosofía siempre ha buscado formar al ser humano intrínsecamente, para que luego éste exteriorice con hechos lo aprendido; ya que el deber ser de ese hombre ético está ligado a una formación moral que lo llama a investigar, sistematizar, ordenar y esclarecer conductas practicas (empíricas). A su vez, lo ayudará a fortalecerlo como individuo y como persona (Ibarra, 1998). Más allá de ello, el hombre- ético debe tener el conocimiento y la práctica para formar con su conducta a otros con los mismos principios que él adquirió en su educación formal e informal. Es decir, un “momento racional y empírico” 

Es allí, el inicio del todo. El ser ético en la búsqueda constante del saber ético, es decir, la voluntad que debe tener el ser humano para analizar las cosas y ver en qué momento pueda aplicarlo para cambiar la realidad educativa en cuanto al hecho y fenómeno educativo. Ahora nos preguntamos: ¿Con esta actividad no se está logrando una investigación educativa?. Se puede analizar que la ética a través de una simple incorporación individual, como cosa propia, va en búsqueda del bien común y personal. Así lo plantea Russell (1955) “la ética es el arte de recomendar a los demás los sacrificios necesarios para la cooperación de uno mismo” (p.105) Ver y explorar el micro universo individual y  grupal de los estudiantes o estudiar el ambiente educativo, ya se está logrando sumergirse en el campo de la investigación.

El saber ético lo aplica todo aquella persona que tiene el perfil docente (que extrae de adentro hacia fuera), que descubre y está comprometido por mejorar la calidad de vida de cada estudiante y de su institución educativa. Formando y fomentando actividades para crear una nueva escuela aplicada en valores donde el centro sea la comunidad escolar “protagonista y razón de ser de todo proceso de aprendizaje, como fundamento de las opciones éticas y como horizonte desde el cual se le da sentido existencial a la vida” (Barbera, 2006: 24)

            Por tal motivo, el saber ético del docente- investigador se encuentra en la misma vida real en la que vive, donde se enfrenta con problemas prácticos y que tiene que resolverlos acudiendo a normas, realizando determinados actos, formulando juicios y en determinados casos emplean argumentos o razones para justificar la decisión adoptada, o el paso dado. (Sánchez, 1999).  Esto es un contrato moral del profesor,  una conducta aprendida, reflexiva y efectiva en cualquier campo social y más aún en grupos estudiantiles que no sólo ven en el educador el ejemplo a seguir (comportamiento práctico-moral) sino el investigador que piensa, actúa y resuelve en cualquier situación o momento dado.
Dr. Nohé Gonzalo Gilson Reaño



REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Barbera, Gerardo (2006) Reflexiones elementales en torno a la ética. Ediciones Delforn, C.A. Valencia Venezuela.

Gómez, Emeterio (2001) Atenas y Jerusalén. Editorial Panapo. Caracas. Venezuela.

Ibarra, Carlos (1998) Elementos fundamentales de ética. Adisson Wesley Longman. México.

Martínez, Miquel (1998) El contrato moral del profesorado. Condiciones para una nueva escuela. Desclée De Brouwer. España.

Sánchez, Adolfo (1999) Ética. Editorial Crítica. Barcelona España.


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