martes, 6 de septiembre de 2016



El docente moral  en la educación

El mos, o mores en latín es una palabra que nos lleva a analizar varias significaciones, podemos destacar las siguientes: costumbre, modo de vivir, deseo, gusto, entre otros. En lo general, la moral es un conjunto de reglas que rigen la vida de un individuo o de una sociedad y que estos deben ser sometidos al deber teniendo como meta la práctica del bien. (Albornoz, 1990). Esto nos abre la posibilidad de pensar que el individuo debe actuar bien según su deber como miembro y modelo de la sociedad. Además, si ese ser humano educa y moldea a un grupo de esa misma sociedad actúa según sus principios y reglas ya adquiridas en su formación escolar, familiar y comunal.

El mejor ejemplo de educar en moral debe ser basado en la buena conducta del docente, de su modo y calidad de vida. Buscar que los estudiantes imiten sus actos es formar un hombre y mujer con sentimientos, habilidades, destrezas e inteligencia. Así lo manifiesta, Martínez, 1998: “La educación moral debe ser una forma de abordar el conjunto de la educación orientada a la construcción de personas competentes no sólo en el ejercicio profesional sino en su forma de ser y de vivir…” (p. 64). A lo que llamaría también Hegel “moralidad subjetiva”, ya que se basa en el cumplimiento del deber, por el acto de voluntad.  (Ferrater, 2008: 248).

Según el filósofo moderno Hume la moral representa un sentimiento, y que a través de ese acto se crea un estado afectivo no racional, que se basa en la constatación de la utilidad. Si llevamos esta teoría al campo de la educación muchos de los docentes muestran en sus alumnos ese estado afectivo que se requiere para crear o moldear a los buenos y útiles  ciudadanos que espera la nación; esto se logra con el sentimiento y la pasión que debe dar todo educador para una formación en valores morales. Por tal motivo, La moral es lo que contribuye a la felicidad universal de la sociedad en la que vive. (Atlas Universal de Filosofía, 2006). 

El éxito de todo docente debe ser no sólo tener el sentimiento de ser bueno consigo mismo y con los demás, sino practicarlo cada día para que sus educandos y sus colegas puedan ver en él un verdadero maestro y un modelo de ciudadano a seguir. Recordemos que el buen docente da “docere” sin limitaciones ni egoísmo, pero también debe recibir  los buenos frutos de aquel árbol regado y abonado por sus manos.

Dr. Nohé Gonzalo Gilson Reaño


 Referencia Consultada

Albornoz, Hernán (1990) Diccionario de Filosofía. Vadell hermanos Editores. Caracas.

 Albornoz, José (2001) Nociones elementales de Filosofía. Vadell hermanos Editores. Caracas.

Atlas Universal de Filosofía (2006) Editorial Oceano. Barcelona España.

Ferrater, José (2008) Diccionario de Filosofía abreviado. Editorial sudamericana. Argentina

 Martínez, Miquel (1998) El contrato moral del profesorado. Condiciones para una nueva escuela. Desclée De Brouwer. España.

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