El docente moral en la educación
El mos, o mores en latín es una
palabra que nos lleva a analizar varias significaciones, podemos destacar las
siguientes: costumbre, modo de vivir, deseo, gusto, entre otros. En lo general,
la moral es un conjunto de reglas que rigen la vida de un individuo o de una
sociedad y que estos deben ser sometidos al deber teniendo como meta la
práctica del bien. (Albornoz, 1990). Esto nos abre la posibilidad de pensar que
el individuo debe actuar bien según su deber como miembro y modelo de la
sociedad. Además, si ese ser humano educa y moldea a un grupo de esa misma
sociedad actúa según sus principios y reglas ya adquiridas en su formación escolar,
familiar y comunal.
El mejor ejemplo de educar en moral debe ser basado en la buena conducta
del docente, de su modo y calidad de vida. Buscar que los estudiantes imiten
sus actos es formar un hombre y mujer con sentimientos, habilidades, destrezas e
inteligencia. Así lo manifiesta, Martínez, 1998: “La educación moral debe ser una forma de abordar el conjunto de la
educación orientada a la construcción de personas competentes no sólo en el
ejercicio profesional sino en su forma de ser y de vivir…” (p. 64). A lo
que llamaría también Hegel “moralidad subjetiva”, ya que se basa en el
cumplimiento del deber, por el acto de voluntad. (Ferrater, 2008: 248).
Según el filósofo moderno Hume la moral representa un sentimiento, y que
a través de ese acto se crea un estado afectivo no racional, que se basa en la
constatación de la utilidad. Si llevamos esta teoría al campo de la educación muchos
de los docentes muestran en sus alumnos ese estado afectivo que se requiere
para crear o moldear a los buenos y útiles
ciudadanos que espera la nación; esto se logra con el sentimiento y la
pasión que debe dar todo educador para una formación en valores morales. Por
tal motivo, La moral es lo que contribuye a la felicidad universal de la
sociedad en la que vive. (Atlas Universal de Filosofía, 2006).
El éxito de todo docente debe ser no sólo tener el sentimiento de ser
bueno consigo mismo y con los demás, sino practicarlo cada día para que sus
educandos y sus colegas puedan ver en él un verdadero maestro y un modelo de
ciudadano a seguir. Recordemos que el buen docente da “docere” sin limitaciones
ni egoísmo, pero también debe recibir
los buenos frutos de aquel árbol regado y abonado por sus manos.
Dr. Nohé Gonzalo Gilson Reaño
Referencia Consultada
Albornoz, Hernán (1990) Diccionario de Filosofía. Vadell hermanos Editores. Caracas.
Albornoz, José (2001) Nociones elementales de Filosofía. Vadell hermanos Editores.
Caracas.
Atlas
Universal de Filosofía (2006)
Editorial Oceano. Barcelona España.
Ferrater,
José (2008) Diccionario de Filosofía
abreviado. Editorial sudamericana. Argentina
Martínez,
Miquel (1998) El contrato moral del
profesorado. Condiciones para una nueva escuela. Desclée De Brouwer.
España.
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