Buen dia. Bienvenidos a mi blog donde les presento artículos puntuales sobre el mundo del arte y de pedagogos ilustres que iluminaron la educación de los niños de ayer y de hoy. Saludos.
miércoles, 7 de septiembre de 2016
martes, 6 de septiembre de 2016
Las salas
expositivas, un ambiente de aprendizaje en los museos.
Las salas como ambiente expositivo nacen en los
templos de la Grecia antigua. En el siglo V a.C ya existía un ala de los
santuarios que fungía como galerías de columnas que rodeaba el recinto, donde
también se exhibían las ofrendas que los devotos ofrecían religiosamente a sus
dioses, expuestos en esculturas, jarrones, pinturas, entre otros
A pesar de que los templos eran lugares para la
oración, también existían espacios donde el público podía disfrutar y
contemplar las obras expuestas. Así lo manifiesta Pastor (2004: 26) “las
piezas depositadas en los santuarios (Delfos, Olimpia, Éfeso, etc) donde
llegaban ofrendas de todo el mundo, se custodiaban como una finalidad
religiosa… pero también crear algo semejante a un tesoro público”. Al
acumular los valiosos objetos artísticos, los sacerdotes tenían un espacio en
los templos para exhibir dichas obras.
También se dice que en el siglo III a. C. en la
edificación llamada “museion” construida por Ptolomeo Filadelfo en el Palacio
de Alejandría, existían una gran colección de objetos raros o extraños, tanto
animal, vegetal y mineral, que estaban expuestas en salas que no eran espacios
abiertos a todo tipo de público, sino, para algunos privilegiados como
los eruditos y cultos.
Por consiguiente, en la Grecia y Roma antigua la
aristocracia coleccionaba obras de arte en sus residencias donde decoraban
espacios para exhibirlas con orgullo a los amigos y visitantes. Así
también, muchos monarcas coleccionaban objetos preciosos que exponían en los
palacios y sitios públicos para ser exhibidos a los ciudadanos como signo de poder.
Incluso, esa actividad de coleccionar y de mostrar las obras de valor
artístico se realizaban en la Edad Media donde tenían lugares sagrados (templos
y monasterios), como San Marcos en Venecia y Saint –Denis en París, para
exponerlas. (Salvat, 1974).
Por otra parte, con el auge de la Ilustración (siglo
XVIII) muchos coleccionistas apreciaban el objeto y lo exhibían en sus
residencias en un cuarto cerrado para tal fin, donde lo ordenaban y
clasificaban de manera culta. Además, en este siglo se crean los museos de
carácter científicos para el público donde las salas expositivas eran
sistematizadas para la contemplación de los visitantes y para la conservación
de las obras artísticas.
Hoy día, se consideran a las salas expositivas
espacios donde se resguardan y preservan las colecciones de arte en los
museos, y a su vez, son ambientes pedagógicos, ya que se deben exhibir las
obras de forma organizada con una comunicación sistemática e intencional. Con
esto se logra los procesos de enseñanza- aprendizaje para la formación
individual o colectiva de los visitantes de todas las edades. Este trabajo
educativo no se logra sólo, también se incluyen los diversos elementos
didácticos y técnicos (paneles, cédulas, textos, iluminación, vitrinas,
iluminación, climatización, entre otros) que ayudarían al espectador a sentirse
cómodo consigo mismo y con la obra, “que responda a un sentido profundo:
vitalizar la comunicación entre la obra y el espectador” (León, 2000: 11).
Por tal razón, si las salas de los museos están bien
organizadas con los elementos antes nombrados, los espectadores que las visitan
aprenderán de manera directa de los objetos y los contenidos educativos, de
allí adquieren destrezas o habilidades prácticas, se nutren de contenidos
informativos, y adopta nuevas estrategias para aprender y actuar. Ese tipo de
aprendizaje se le considera significativo ya que también incluyen los
conocimientos previos, las experiencias, la dimensión afectiva y emotiva de las
personas.
Ese trabajo de preparación y presentación es una tarea
ardua de estudio y creatividad para la directiva y para los profesionales que
trabajan en los museos, es un proyecto de equipo que busca como resultado final
una ambientación adecuada para estimular y educar al público, así lo plantea
León (2000: 81) cuando expresa que el personal tiene “que estar dotados de
inspiración para educar al público, de recursos múltiples para ofrecer un arte
al día y capacitados para la comunicación humana que implica el estudio de la
cultura”.
Debe señalarse, también, que los espacios de los
museos deben ser ambientados para que inviten a los visitantes a entrar
gustosamente en un proceso de comunicación inmediato y eficaz con las obras y
sus alrededores utilizando el sentido de la vista, y que no sea sólo para un
“descanso visual”, sino también, que se obtengan de las salas y de los trabajos
técnicos y didácticos una formación artística e histórica de lo contemplado.
Como lo señala Velarde en Belcher (1994: 83) “Los museos son lugares de lo
que podríamos denominar entretenimiento culto. Son lugares a los que acuden
quienes disfrutan con el conocimiento”.
Para culminar, el objetivo de los museos en pleno
siglo XXI ya no es que el arte espere pasivamente al espectador como en los
siglos pasados. Las exposiciones actuales tienen un principio, una parte
central y un fin: es un proceso de acercamiento cognitivo y constructivo
a la vez. “Es el encuentro entre el objeto y objetivo públicos de
deseo” (Fernández, 1999: 12). Es por ello, que las salas de los museos son
y serán siempre un espacio que educa y entretiene a todo tipo de público de
manera significativa.
Dr. Nohé Gonzalo Gilson R.
Referencias Bibliográficas:
Belcher, Michael. (1994). Organización y Diseño
de Exposiciones. Su relación con el museo. Ediciones Trea, S.L.
Gijon.
Fernández, Luis. (1999) Introducción a la
Nueva Museología. Alianza Editorial. Madrid.
León, Aurora. (2000). El Museo. Teoría, praxis y
utopía. Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S.A.). Madrid.
Pastor, María (2004) Pedagogía Museística.
Nuevas perspectivas y tendencias actuales. Ariel Patrimonio.
Barcelona España.
Salvat (1974) Los museos en el Mundo.
Salvat editores, S.A. Barcelona España
SANTA TERESITA DEL
NIÑO JESUS… «UN HURACÁN DE
GLORIA»
"Lo que me impulsa a ir al Cielo es el
pensamiento
de poder encender en amor de Dios una multitud
de almas que le alabarán eternamente”.
Santa teresita del Niño Jesús
Teresa
Martin conocida luego como Santa Teresita del Niño Jesús, nació en la ciudad
francesa de Alençon, en el año de 1873. Hija de padres cristianos ejemplares. Ingresa
en el Convento de las Carmelitas Descalzas en el Carmelo cuando tenía 15 años
de edad (siendo la novicia más joven de la congregación) tras pedírselo al
mismo Sumo Pontífice León XIII quien le anima éste con estas palabras:
“Entraras si es la voluntad de Dios”, este encuentro se realizó cuando estuvo
la joven en una peregrinación a la ciudad del Vaticano en Roma.
Teresita
nunca figuró ni resaltó en vida entre sus hermanas de comunidad. Siguió el
reglamento de la congregación y la de Dios “haced como niños…” y con esa
actitud lo amó y lo adoró. Trabajó espiritualmente para estar con él en la palabra,
la oración y en la piedad. Confesando unos días antes de morirse: "Nunca
he dado a Dios más que amor, y Él me pagará con amor”. En búsqueda de esa unión
carnal y espiritual con su eterno amado escribía en la soledad de su celda, su diario:
“Historia de un alma” dejándonos no sólo los recuerdos de la infancia y de la
adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus
experiencias más íntimas. Se propuso dejar a un lado la modernidad del siglo
XIX compenetrándose como una monja más
del convento, sus hermanas veían en ella “una monjita oscura, vulgar, gris,
débil de cuerpo y tísica en sus últimos años de su vida” (Melgar, 2002. Los
santos del día). Pero todo esto no le impidió dedicarse a misionar
«Siempre he deseado, afirmó en su
autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he
constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la
misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y
el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de
desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables,
por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más
grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis
imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un
camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera
yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy
demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».
Murió
a las 24 años de edad en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la
proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de
mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal
de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada
"Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de
1997 (Día de las misiones)
Dr. Nohé Gonzalo
Gilson Reaño.
El docente moral en la educación
El mos, o mores en latín es una
palabra que nos lleva a analizar varias significaciones, podemos destacar las
siguientes: costumbre, modo de vivir, deseo, gusto, entre otros. En lo general,
la moral es un conjunto de reglas que rigen la vida de un individuo o de una
sociedad y que estos deben ser sometidos al deber teniendo como meta la
práctica del bien. (Albornoz, 1990). Esto nos abre la posibilidad de pensar que
el individuo debe actuar bien según su deber como miembro y modelo de la
sociedad. Además, si ese ser humano educa y moldea a un grupo de esa misma
sociedad actúa según sus principios y reglas ya adquiridas en su formación escolar,
familiar y comunal.
El mejor ejemplo de educar en moral debe ser basado en la buena conducta
del docente, de su modo y calidad de vida. Buscar que los estudiantes imiten
sus actos es formar un hombre y mujer con sentimientos, habilidades, destrezas e
inteligencia. Así lo manifiesta, Martínez, 1998: “La educación moral debe ser una forma de abordar el conjunto de la
educación orientada a la construcción de personas competentes no sólo en el
ejercicio profesional sino en su forma de ser y de vivir…” (p. 64). A lo
que llamaría también Hegel “moralidad subjetiva”, ya que se basa en el
cumplimiento del deber, por el acto de voluntad. (Ferrater, 2008: 248).
Según el filósofo moderno Hume la moral representa un sentimiento, y que
a través de ese acto se crea un estado afectivo no racional, que se basa en la
constatación de la utilidad. Si llevamos esta teoría al campo de la educación muchos
de los docentes muestran en sus alumnos ese estado afectivo que se requiere
para crear o moldear a los buenos y útiles
ciudadanos que espera la nación; esto se logra con el sentimiento y la
pasión que debe dar todo educador para una formación en valores morales. Por
tal motivo, La moral es lo que contribuye a la felicidad universal de la
sociedad en la que vive. (Atlas Universal de Filosofía, 2006).
El éxito de todo docente debe ser no sólo tener el sentimiento de ser
bueno consigo mismo y con los demás, sino practicarlo cada día para que sus
educandos y sus colegas puedan ver en él un verdadero maestro y un modelo de
ciudadano a seguir. Recordemos que el buen docente da “docere” sin limitaciones
ni egoísmo, pero también debe recibir
los buenos frutos de aquel árbol regado y abonado por sus manos.
Dr. Nohé Gonzalo Gilson Reaño
Referencia Consultada
Albornoz, Hernán (1990) Diccionario de Filosofía. Vadell hermanos Editores. Caracas.
Albornoz, José (2001) Nociones elementales de Filosofía. Vadell hermanos Editores.
Caracas.
Atlas
Universal de Filosofía (2006)
Editorial Oceano. Barcelona España.
Ferrater,
José (2008) Diccionario de Filosofía
abreviado. Editorial sudamericana. Argentina
Martínez,
Miquel (1998) El contrato moral del
profesorado. Condiciones para una nueva escuela. Desclée De Brouwer.
España.
Arte y literatura según la filosofía
Nicolai Hartmann
Hartmann filósofo alemán, representante
del idealismo filosófico contemporáneo, una de las figuras centrales del
pensamiento de principios del siglo XX. Se dedicó a analizar el objeto
artístico dándole a la misma una estructura y cualidad esencial o valor
(“belleza”). Caracteriza sus pensamientos filosóficos como una filosofía “de los problemas” y no “del sistema”
Nicolai Hartmann estudia la obra de arte
y analiza su estructura que lleva a la distinción de dos capas que él llamó el
primer termino y el fondo. Así lo explica en su obra: “introducción a la
filosofía: “Toda obra de arte tiene su característica sobresaliente que
ella misma se descompone en un primer término que está realmente dado y un fondo
que es irreal y que tampoco se realiza, sino que es sólo un fondo que hace su
aparición”.(p.189) Estas dos características o estratos del objeto estético
puede marcarse en todas las artes incluso en la literatura.
Esto representa que la
intuición estética es capaz de penetrar más allá de la primera capa, más allá
de lo real, y apreciar una segunda capa, lo irreal. Esa segunda capa o fondo
para otros filósofos puede ser bello, como lo manifiesta García Bacca (2001)
cuando explica “...lo bello no tiene que ser real, material, tangible,
existente para ser bello. La belleza se sienta sobre todo en lo no real, en lo
irreal” (P. 81). Con esto se plantean problemas como estos: ¿Dónde
reside lo bello: en el primer término, en el fondo, o en la adecuada relación
de ambos? Para Hartmann la belleza está en el primer término, es decir
en lo real ya que consiste simplemente en la capacidad del artista para dar el
primer término tal forma, que el contenido espiritual o psíquico al que quiera
dar expresión aparezca nítida, plásticamente ante los ojos del contemplador.
Por otra parte, para
penetrarse en la literatura se recurre a simulacros. Explica Matos (1995) “...
que dan por hecho que la obra se estratifica, que en ella coexisten planos
diferentes orientados, o lo que Hartmann llamó niveles o estratos. Que se va
descubriendo mediante una actitud analítica” (P.13). Hernan Albornoz (2001)
manifiesta que el estrato viene de un mundo real: “...que se hallan
superpuestos y entre los cuales rige la relación de sobre-conformación...” (P.
289)
Los estratos o características de la
literatura como obra de arte es representado en la epopeya, en la novela, en el drama, entre otros. El primer término
sólo es aquí lo negro, lo blanco, la impresión sobre el papel. Explica Hartmann,
únicamente cuando se ha apresado el sentido de las letras, de las palabras y
frases, cuando se lee entendiendo. Entonces se llega al plano en que se le
aparece a uno un mundo de objetos. Opera en la literatura la fuerza de nuestra
fantasía, que tiene que hacer surgir las escenas objetivamente entre nosotros.
Y únicamente por detrás de este mundo de objetos que ya ha aparecido, brota
aquello de que trata propiamente la literatura: las personas y sus vivencias,
las situaciones en que caen los seres humanos, la forma especial en que
reaccionan en ellas mostrando su interior.
Además, en el arte
literario tiene en su haber una pluralidad de capas. En ningún caso va el
literato directamente desde el lenguaje, que forma el primer término, sino que
hace una preparación. El literato fuerza más bien al lenguaje a pasar por
encima de la mera interpretación en conceptos y llegar hasta algo del todo
distinto. Hace llegar a los hombres a situaciones, señala sus destinos y expone
cómo se las arreglan en medio de ellos. Los hace hablar y obrar. El literato
del lenguaje va a la pura aparición de las cosas, luego a la vida, a la forma
de reaccionar, en que resalta a su vez lo psíquico, y todavía a los efectos del
destino y a los conflictos morales, hasta llegar a lo general humano.
Para terminar, el
literato da forma desde adentro, desde el destino y las figuras que lo sufren.
Esto quiere decir que da forma partiendo del fondo, pues de otra suerte no
podría aparecer el fondo en el primer término.
Dr. Nohé Gonzalo Gilson
Reaño
Bibliografía Consultada
Albornoz, José (2001) Nociones
Elementales de Filosofía. Vadell Hnos. Editores. Caracas Venezuela.
Garcia B. Juan D. (2001) Elementos de
Filosofía. Editorial CEC, SA Los libros del Nacional. Caracas- Venezuela.
Hartmann, Nicolai (1961) Introducción
a la filosofía, UNAM, México, D.F.
Matos, Gabino (1995) Curso. Ideas y
Formas de la Pintura Colonial. UPEL-IUSI. Coro.
Sánchez, Adolfo (1972) Antología.
Textos de estética y teoría del Arte. UNAM. México.
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